Con gran alegría y emoción, celebramos una vez más el logro de una Alta Terapéutica. En esta ocasión se trata de Nicolás, quien, junto a sus compañeros, su familia y el equipo terapéutico del CReASE, compartieron un emotivo almuerzo a modo de celebración.
Al mirar hacia atrás, vemos un camino recorrido con valentía, con amor y con el apoyo inquebrantable de una familia unida. “Hemos venido sin saber cómo tratar esta enfermedad”, confiesan sus padres, reflejando la incertidumbre y la angustia que acompañan a quienes se enfrentan a esta problemática. Sin embargo, encontraron un equipo preparado, dispuesto a tenderles la mano y a mostrarles el camino hacia la recuperación.
En las palabras de su hermano resonó el eco del cambio y la comprensión: “Hay que tratar de abrir la cabeza, de ponernos en el lugar del otro”. Fue un proceso de empatía y aprendizaje mutuo, un proceso que no solo transformó a Nicolás, sino que también fortaleció los lazos familiares.
Desde la perspectiva de su terapeuta, Lic. Rosa Vera, se eleva una voz llena de elogios y admiración: “Fue muy importante que crea en sí mismo, que sepa reconocer sus capacidades, sus habilidades. Cuando se permitió ver que podía hacer este proceso fue cuando empezó a encontrarse con sus logros, con sus cambios, con el bienestar, con la alegría de poder ir cumpliendo y alcanzando todos esos objetivos que se proponía”.
Pero este proceso no fue en solitario. Nicolás reconoce con gratitud el papel fundamental de su familia, quienes fueron su pilar durante todo el proceso. “Fueron mi pilar”, declara con emoción, reconociendo el amor incondicional que lo sostuvo en los momentos más difíciles.
Y a la institución, no solo le agradece por las herramientas y el acompañamiento, sino por brindarle algo aún más precioso: amistad y comunidad. Porque en el proceso encontró no solo ayuda profesional, sino también el calor humano de quienes comprendieron su lucha y caminaron a su lado.
¡MUCHAS FELICIDADES NICOLÁS!